Ébano y alma: dos formas de reforzar el mástil

Si preguntas a un lutier sobre la madera de la guitarra, siempre contesta lo mismo: “Está viva”. Eso es así porque, a pesar del proceso de secado, la madera conserva su resina, la que hace que, dependiendo del clima, pueda crecer o menguar. O lo que es lo mismo, hace que el instrumento, en este caso una guitarra, pueda deformarse.

Sin embargo, un buen proceso de secado, el tratamiento posterior de las maderas y un correcto ensamblaje, aseguran la durabilidad de una guitarra.

Además de eso, los lutieres tienen un truco extra: el refuerzo.

Las guitarras clásicas de mayor calidad, presentan siempre un refuerzo con alguna madera especialmente resistente y estable, como por ejemplo el ébano. En el caso de Manuel Rodríguez, los mástiles siempre se refuerzan con tiras de ébano. Eso asegura que, aunque pasen los años y cambien las condiciones climáticas, la guitarra siga estable. Una guitarra con refuerzo en mástil es sinónimo de durabilidad.

Pero este recurso no siempre sirve, de hecho, las guitarras acústicas y los bajos tienen otro tipo de refuerzo un poco diferente, el alma.

El alma de una guitarra no es otra cosa que una fina barrita de metal que se introduce a lo largo del mástil para hacerlo mucho más estable y, sobre todo, resistente a la presión que ejercen las cuerdas metálicas propias de las acústicas.

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