Mi guitarra, mi mejor terapia
Mi historia con Manuel Rodríguez comenzó hace unos siete meses pero impulsada por algo que ocurrió mucho antes. Hace casi cuatro años sufrí dos infartos cerebrales que me dejaron en coma durante bastante tiempo. Después de despertar, en pleno proceso de rehabilitación, me dijeron que tocar instrumentos podría ayudarme, por lo que me decidí por la guitarra.
Compré una de gama baja para comenzar y pronto me di cuenta de que me iba bien, que efectivamente estaba contribuyendo a mi recuperación, por lo que me propuse encontrar un mejor instrumento.
Probé distintas marcas, pero no tenían la resonancia que buscaba. Necesitaba sentir la guitarra, que fuera una extensión de mi cuerpo, y de repente una MR llegó a mis manos. En cuanto la toqué por primera vez me di cuenta de que era lo que llevaba tiempo buscando. Desde entonces no he tocado otra.
Mi amor por estas guitarras es tal que ya tengo tres: una A cutaway, una D cedro y mi última adquisición, una FG, para la que me vine hasta España a probarla.
Ese modelo tan especial no se encuentra fácilmente en tiendas, por lo que, como mi mujer y yo hacía tiempo que queríamos viajar a España –hace varias décadas que vivimos en Países Bajos- aprovechamos mis ganas de tocar una FG para venir.
Para mi estas no son solo guitarras, son bellezas, instrumentos muy por encima de otros en acabado y sonido.